Historia

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     El Ser que se atreviere entre las fieras, con todo y el corazón partido, aparece de contemplar; del secreto que, aun sin perderse como tal, evidencia el espíritu trascendental, no en especial el trascendente;

     es decir,

     no hablando del genoma ni de moda astral
     sino de Adán y la serpiente,
     que aunque se tuviera mapa de santa fuente o grial,
     igual lo demencial no es en sí demente
     ni se deja de pasar por otro puente
     que por el conducto animal,
     donde tocan sustancia y accidente.

. . . . .

     Es personal el encuentro puro:
     reflejo mismo sin desgaste ni falseo
     que promueva la inexperiencia
     del infinito en el cuerpo,
     pues no hay mímesis
     reconociendo el suceso
     que en un objeto pudiera residir
     si se incorporan a vivir
     componente y componiendo
     y de antemano se otorgan
     como el timbre sin igual
     de quien su nombre menciona,
     pues hay quien define oyendo
     como quien cuando mira conforma,
     pero para eso hay que pulir el seso,
     no hay de otra.

     El Ser que se atreviere entre las fieras, con todo y el corazón partido, aparece de contemplar, pues en ello está el primer hogar, el ancestral, el procurado como se procura el silencio entre el desorden que nos dice liberar cuando alardea con licencia tan falsa como toda la que se ampara en un pasado torturado tan sólo por ser tal.

     Vamos aprendiendo con nuestros tiempos instruyéndonos, colguémonos lo que nos colguemos del cuello, y, en virtud de la memoria, en un único sentido.

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